A pesar cuanto se denoste a los Estados Unidos, de lo que se diga sobre su gobierno, de lo que se hable en contra del denominado imperio y a pesar de que se dice que su economía está en crisis y que su presencia global se ha deteriorado, todavía ese país ejerce un atractivo enorme, se mantiene vivo el ‘sueño americano’ que aparece como un llamativo enganche para la gente que ama la libertad, para quienes buscan oportunidades y se empeñan en construir nuevos horizontes.
La actual crisis de los cubanos que llegan al Ecuador y luego deciden abandonar este país para desplazarse, pagando muchas veces miles de dólares, para correr el albur de atravesar toda América Central, es bastante demostrativa.
Para cientos de cubanos, probablemente miles, que se encuentran en la frontera entre Nicaragua y Costa Rica, el único destino aceptable es llegar a los Estados Unidos. No les importan los peligros y los gastos que implica la travesía.
No ha pesado en contra la propaganda antinorteamericana, muchos de ellos, nacidos ya bajo el régimen de los Castro, que no conocen otra cosa que regímenes dictatoriales, restricciones en la compra de productos básicos, conculcación de libertades, saben, sin embargo, que hay otros sistemas de gobierno, que hay países donde las oportunidades sí existen, y bregan por llegar a ellas, aun a riesgo de perder sus vidas en el intento.
Esta nueva crisis, en la que indirectamente está envuelto el Ecuador, por ser el país del que salieron, en una especie de trampolín para llegar a Norteamérica, una vez más demuestra que el ser humano nació para ser libre y que las coerciones que ejercen los que llegan al poder no pueden detener el vuelo de la imaginación y la decisión de ejercer esa libertad.