Siete familias viven casi en la indigencia

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COLABORACIÓN. Las personas que tengan ropa, juguetes y alimentos, pueden donar a los niños de este lugar.

Una infraestructura abandonada en el barrio ‘24 de Mayo’, es el hogar para siete familias con más de 10 niños, quienes están al margen de los estudios.

Los niños juegan en lo que sería el portal de su casa, que está rodeada de maleza y del agua estancada que dejan las lluvias. Mientras ellos se divierten, sus madres realizan los quehaceres domésticos, y en silencio aguardan un ‘milagro’ que las saque de ese lugar para  llevarlas a vivir en un sitio con mejores condiciones.

La esperanza la albergan porque por reiteradas ocasiones ha llegado personal de algunas instituciones a la vieja infraestructura donde funcionó la Aldea de Niños y Niñas SOS, ubicada en el barrio 24 de Mayo, al sur de la ciudad de Esmeraldas. Mas solo toman los datos, dijo Janeth Vallecilla.

Niños sin estudiar

Cinthia Banguera es una de las habitantes del lugar, tiene cuatro hijos, el mayor  de 9 años de edad y de ahí siguen los de 8, 6 y 3 años.  Es colombiana y abandonó su país por la violencia que amenazaba a su familia. Al llegar a Ecuador recibió ayuda por parte de HIAS, que le proveía de alimentos y de dinero para pagar arriendo pero al acabarse la ayuda tuvo que buscar un lugar dónde vivir.

Sus hijos no estudian porque no disponen de medios eléctrónicos y “aunque digan que la educación es gratis, siempre hay que comprar algunas cosas y no hay dinero”, dijo la madre de familia.

La situación de Yadira Centeno es similar a la de sus vecinas. También huyó de la guerrilla. Comenta que en Tumaco, Colombia, asesinaron a uno de sus hermanos y por cuidar la integridad de su familia salió de su país.

Desempleadas

Oleisa Quiñóñez vivía en la parroquia Borbón, y padece de diabetes, tiene amputado la mitad de un pie, y vive en la casa comunal para poder asistir al hospital y seguir con el tratamiento médico.

La primera en habitar el espacio abandonado fue Janeth Vallecilla, oriunda de Buenaventura Colombia. Llegó a Esmeraldas en calidad de refugiada, le ayudaron a alquilar una casa, luego consiguió empleo como doméstica, pero sus patrones prescindieron de sus servicios porque no podían cumplir con el pago del salario. Sin empleo no podía pagar arriendo y al ver la infraestructura abandonada de la aldea, optó por acondicionar un aula para albergarse con sus hijos. (MBC)

PREVENCIÓN. Con las lluvias la maleza crece y el agua se estanca formando criaderos de mosquitos, los vecinos piden fumigaciones.
Los habitantes del lugar aprovechan la tierra para sembrar yuca, plátano y otros productos de ciclo corto.