Votar para elegir

POR: José Albuja Chaves

En nuestro país el acto de sufragar en es obligatorio para la población que se encuentra empadronada y reúne los requisitos que establece la ley. Pero al depositar el voto el ciudadano asume la responsabilidad de elegir, es decir de escoger y decidir por las mejores opciones y alternativas que se le ofrecen al respecto, con el fin de expresar su voluntad.

Sucede que a nivel nacional se ha creado una corriente epidémica por acceder a las candidaturas por del anhelado objetivo de servir y de servirnos, en el sueño eterno del bienestar, el desarrollo y hasta la felicidad con olor a manzana y paraíso.

Los ofrecimientos son múltiples, pero eternamente conocidos, a la manera de disco rayado, pues las competencias que asumirán son iguales, pero el camino, la dirección y los propios objetivos muy distintos, y con ligeros retoques nos hablan de lo mismo, por lo cual hay expertos y con bagaje, o nuevecitos como el pan de la madrugada, pero sorpresivamente añejos por lo que ofrecen y por su sorpresiva experiencia y sabiduría, pero con ansias locas de arribar al puerto de sus acreencias.

En abril los ecuatorianos tenemos en nuestras manos un deber inexcusable de compromiso cívico. Hay dos tendencias claras y definidas que han recibido el respaldo para contender por la presidencia de la república. Quizás son dos posturas antagónicas, es decir de una corriente política diferente e indiscutible. Ambas propugnan vertientes y gestiones que pretenden un Ecuador en rieles, pero atosigado en una de las peores crisis económicas y sociales, amén de una pandemia devastadora e inclemente. Pero para ello está el análisis sereno y meditado de nuestra decisión. Nuestro voto es de un inmenso valor para la misma suerte y devenir del país.

Empero, las posturas e invocaciones de un voto nulo, en blanco o de ausentismo electoral, devienen en actos irresponsables ajenos a las necesidades imperiosas de columbrar cambios radicales en la gestión política y administrativa de la patria. La evasión por un voto positivo no es sino un acto de vergüenza que tiende a beneficiar a quien no lo respaldan de frente y por cálculos siniestros. Ya no es hora de la postura del avestruz de otras épocas.

O este país camina por el despeñadero, o lo recuperamos en minga cívica todos los ecuatorianos.

En fin, el próximo abril el ciudadano puede escoger, decidir, y hasta votar para botar.