Corrupción eterna

CARLOS CÉSAR CONCHA JIJÓN
CARLOS CÉSAR CONCHA JIJÓN

La historia nos ha permitido visualizar a través de los siglos que la corrupción ha sido milenaria, rebasando el tiempo, año tras año, como si hubiese tenido patente de corso. Se puede semejar con certeza, como si fuera un gigantesco pulpo, con una infinidad de brazos o tentáculos repartidos por el mundo entero, como la más grande pandemia que ha asolado a la humanidad, convertida en virus de la inmoralidad.

En nuestro país y en otras partes del orbe y porqué no decirlo de todo el planeta, la corrupción continúa campante danzando al ritmo de una sonata, sin notas éticas, pero con la cualidad y calidad de una organización delincuencial, llevándola a institucionalizar, como sinfonía de la corrupción, con acordes especiales creados en el contexto del socialismo siglo XXI y la participación de un director de orquesta sinfónica de la corrupción, con notas escalofriantes en el ámbito de compases estudiados y determinados por el autoritarismo descarnado, obligando a la sumisión y luego el dominio, que conduce inexorablemente a la pérdida de las libertades y la consecuente desaparición de la democracia, que será engullida por las falsedades de una supuesta ideología, lavadora de cerebros que induce al abrazo de una obediencia ciega.

En América ya tenemos claros ejemplos de ese socialismo pernicioso siglo XXI, que confunde a la colectividad, para lograr implantar nuevas ideas sin sustento democrático, pero con una aureola brillante de luz mentirosa, aupada en discursos demagógicos, como premisas salvadoras y el establecimiento de un nuevo orden benefactor, que no llega jamás.

En América ya tenemos algunos pulpos que están aprisionando a la colectividad, llevándola a la sumisión bajo la fuerza del poder omnímodo del dictadorzuelo, sumiendo a esos países en verdaderas cárceles, en donde prima desconsoladamente el oprobio, la pobreza, el hambre y la perdida de los derechos y libertades de la colectividad.

CARLOS CÉSAR CONCHA JIJÓN