Menos sensacionalismo

Verónica Narváez

Por alguna razón siempre pensé que el sensacionalismo en medios era como una especie de “marca latinonamericana”, más me llamó mucho la atención que en la cotidianidad de Glasgow, la ciudad más grande de Escocia, la tercera más grande de Reino Unido, en sus supermercados a más de encontrar muchas revistas que tenían en primera plana títulos y noticias de la realeza, había un periódico que en traducción titulaba “Mi romance con el monstruo de la morgue”. Inmediatamente pienso la necesidad de información amarillista en todos los recónditos del mundo, información cotidiana, polémica o de dudosa veracidad, pero que llama la atención y vende.

Ahora, que facilidad tenemos para difundir nuestro pensamiento amarillista, en radio, prensa en muros de redes sociales, casi podemos escuchar la connotación sesgada de una noticia, la suspicacia tan tosca de quien profesa tras un micrófono o teclado y qué responsabilidad que existe para compartir, difundir una nota.

En el ejercicio de mi trabajo, puedo dar fe, que hay una tendencia en aumento de responsabilidad de dar una noticia de información al menos de ámbito ambiental, tanto un afectado, interesados o periodistas refieren una denuncia y van a la fuente, se dan acompañamiento para investigar previo pronunciar algún criterio o replicar los casos, se ve un interés limpio por contribuir, y es que cuando se quiere resolver alguna situación, informar de manera sagaz y real, hay que ser objetivos, investigar y conocer las circunstancias de alguna afectación al entorno, así podemos tener certeza de pronunciarnos, lo cierto es que la receptividad de las todas las partes involucradas es fundamental.

Para transformar lo que creamos que se puede cambiar, debemos empezar con lo que difundimos, filtrar noticias, información que genere aprendizaje y edifique la sociedad.

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