Museos y digitalización

Cambiar de ubicación la reserva del museo, cambiar de sede física las salas de exhibición, transformar el guión y hacer nuevas exposiciones temporales, son trabajos continuos en un museo. Claro, no siempre cambia las reservas como lo que hace el Muna, pero son acciones dinámicas que requieren ingentes recursos y participación de expertos.

¿En todo este trabajo, dónde están los comunicadores y la sede digital? Relegados al funcional papel de emitir mensajes, difundir comunicados y publicar en los medios sociales lo que los expertos hacen, dicen e investigan.

¿Y dónde están los expertos investigadores? ¿Quiénes son? Son ellos quienes mejor pueden comunicar sobre un proceso de recuperación, restauración, exhibición e investigación, pero necesitan del apoyo del experto en comunicación.

Los museos en espacios digitales, los cibermuseos, son instituciones de la cultura digital que merecen una dinámica propia y un contingente humano diferente: más integrado como equipo que cuente una misma historia, un relato afín a la comunidad de usuarios y visitantes que no son expertos… solo así se crea una apropiación del patrimonio.

En tiempos de distanciamiento social debemos inundar las redes y espacios mediáticos con contenido útil, atractivo y emocionante, pues de esa manera el museo, en sede física y digital, puede emocionar, no desde el discurso académico sino desde el relato emotivo, contextualizado, coloquial y cotidiano, solo así se genera pertenencia.

El reto de los museos en ambientes digitales está en competir con el conocimiento que se genera en otras plataformas, con narrativas más cercanas a la gente y con objetos más íntimos, como las fotografías familiares o de espacios urbanos que demuestran el cambio social y económico.

Contar sobre el museo en digital es crear comunidades con diversos saberes, en las cuales la comunicación es transversal para el diálogo.