Mamarracho

Mamarracho es una persona que se comporta de forma ridícula, también habla de una persona a quien no se la toma en serio. Un mamarracho es una cosa mal hecha, sin valor… Estas definiciones y calificativos se encuentran en cualquier diccionario.

Si nos referimos a alguien como ‘un mamarracho’ o que hace mamarrachadas, pensamos que es algo carente de valor. Sin embargo, en la política, hacer este tipo de cosas ya es usual, se ganan los votos, se obtienen prebendas, se triunfa en elecciones.

De tal manera, llegamos a la banalización de la política y asistimos a que cualquier dislate se tome en serio y se tapan los escándalos más clamorosos de la corrupción, de la criminalidad, del despilfarro.

La banalización de la política es un riesgo que no debemos permitir, porque arroja tremendos y trágicos resultados, causa desastres y pone en peligro la subsistencia de un país. La indolencia y el quemeimportismo dejan que se instalen a nivel de protagonistas y hasta de autoridades, personas que no tienen las calificaciones mínimas para el ejercicio de sus cargos y responsabilidades.

El colmo de la mamarrachada es cuando en medio de risas nos escamotean el país, cuando la carcajada esconde la desaparición de los dineros públicos, la corrupción rampante, la criminalidad al interior y exterior de las cárceles, desde las que mandan hampones y líderes de bandas delincuenciales que se dan el lujo de comprar autoridades y ordenar purgas para demostrar su poder y sembrar el terror como estrategia de dominio y de impunidad.

No seamos mamarrachos ni permitamos que otros lo sean, sobre todo a costa del pueblo, de un pueblo que sufre demasiado y que tiende a perpetuar la miseria a manos de políticos inescrupulosos, que le birlan la posibilidad de salir adelante, de tener salud y educación de calidad, de optar por trabajos decentes, de enrumbar sus destinos por senderos de paz, tranquilidad y de prosperidad.