Falsos profetas

En la civilización occidental y cristiana, que es la nuestra, prevalecen enseñanzas que vienen de milenios y que entrañan gran sabiduría.

Una de ellas señala a los falsos profetas, que aparecen vestidos de ovejas y que en el fondo son lobos rapaces. De allí la oportuna advertencia: “Por sus obras los conoceréis”. La alegoría del árbol sano que da buenos frutos y del podrido que jamás puede hacerlo, ilustra la realidad de los procederes de los seres humanos.

Salvo raras excepciones, los políticos ecuatorianos se ubican en casilleros deplorables. Pese a conocer sus defectos comprobados que, en algunos casos, llegan a los campos delincuenciales, incluso a los de las mafias, algunos son reelegidos en las urnas, por la mayoría del pueblo que, debido a conductas de rebaño y otras patologías, se deja llevar por emociones antes que por la reflexión consecuente con el adelanto, el bienestar individual y colectivo.

La democracia, el mejor sistema de cuantos existen para la convivencia de los pueblos, para su mejor vigencia debe ir perfeccionándose, corregir las falencias de que adolece. Una de las medidas para emendar errores frecuentemente crónicos, debe ser la calificación previa de candidatos que intentan intervenir en las contiendas electorales, a los que se debe exigir requisitos mínimos en lo concerniente a formación académica, pasado ético y moral. Si para funciones de bajo nivel se solicita comprobados currículums vitae, con mayor razón para aquellas de alta representación nacional e internacional.

De esta manera se evitarían los fracasos y hasta bochornos del país que sigue sumido en el subdesarrollo y el desconcierto, debido a que llegan a niveles óptimos de liderazgo público aventureros, incapaces y hasta delincuentes, amparados por el cinismo y la impunidad.