Entusiasmo por lo absurdo

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

Los chismes, la confusión, los rumores y los ciberataques se perfilan como estrategias de los contendientes en la pugna electoral de abril, lo cual es profundamente peligroso. Cada bando niega la legitimidad y el sentido de la realidad del otro. Las redes sociales son el escenario de esta batalla amoral que, en definitiva, nos conducirá a otra página oscura de nuestra historia.

Un problema complejo, dado el silencio de los medios de comunicación tradicionales y de las voces con más credibilidad de la sociedad civil. Ante tanta información falsa se repite, como un mantra, que se requiere información veraz, rigurosa, contrastada y responsable. Sin embargo, sería bueno añadir que todo eso debe basarse en un relato lo más imparcial posible de los hechos.

Vivimos la peor crisis que ha tenido el país. En medio, y en parte generándola, está la pandemia, es cierto, pero los viejos problemas estructurales persisten. A ello se añade el auge del populismo sembrado en los tiempos del correísmo pleno. La sombra del autoritarismo y el culto a la personalidad no se han disipado, por el contrario, hay sectores sociales que se sienten cómodos con ellos.

Cuba, Haití, Venezuela, Brasil, Argentina, El Salvador, Nicaragua o Bolivia nos parecen mundos lejanos, regímenes imposibles de instaurarse en nuestra sociedad. Mas están ahí y en la mente de ciertos sectores políticos e incluso académicos como modélicos. Es decir, lo política, económica y socialmente absurdo entusiasma a no pocos de nuestros compatriotas.

Nos son ajenas las verdades universales o los descubrimientos exitosos que operan en otras latitudes. También los hechos, personajes y datos que nuestra historia, con obstinación, nos pone delante. Un proceso en curso que no se detiene a pesar del vocerío de los medios de comunicación alternativos. Gran parte de los votantes irá a las elecciones presidenciales tal vez con orejeras o a ciegas. No todo da igual.

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